jueves, 19 de marzo de 2020

El que busca halla



La célebre frase del Dr. Pedro Pons “Quien no sabe lo que busca no ve lo que encuentra” tiene la contrapartida, el que busca algo en concreto corre el riesgo de encontrarlo siempre, sea una palpación, una imagen radiológica o un diagnóstico.

El ensayo de hoy es una crítica a algunas técnicas palpatorias y de tratamiento. El ejemplo paradigmático de ilusión palpatoria es la osteopatía en el campo craneal o terapia craneosacra.

La base de esta terapia es sentir. Concentrarse en sentir una sensación hasta sentirla. Esperar sentir algo hasta que lo sientes. Esta es la base de toda la anatomía palpatoria que va más allá del plano superficial. Al adentrarse en planos profundos, viscerales, por ejemplo, el comando es “cierre los ojos” para concentrarse en lo que sientes. Lo que verdaderamente hace eso es crear una imagen mental de lo que uno observa en los libros y correlacionarlo con lo que siente con sus dedos hasta que imagen mental y dedos coinciden. Después de ese esfuerzo sensitivo cuando al fin concuerda uno quiere creer que lo que está sintiendo es esa estructura que buscaba. Esto suena muy parecido a cualquier modelo de relajación guiada que te induce a tener sensaciones que llegas a sentir con un poco de concentración.

Podríamos hacer la prueba con cualquier cosa. Inventemos una. Imaginemos unos monjes tibetanos que aseguran poder sentir el giro de la Tierra. Un poder de concentración ancestral que puede entrenar cualquiera. Les guío con unos ejercicios de respiración a llevar toda su atención a ese giro de la Tierra y ustedes creen plenamente en lo que les estoy contando. En pocos minutos seguramente empiecen a sentir una dirección de movimiento. La quietud no existe. Todo se mueve. Pequeños micro-movimientos ¿hacia qué dirección lo notan?. Seguramente cada uno describirá una dirección de movimiento y todos asegurarán estar sintiéntodolo. ¿algunos mienten? tal vez ¿todos mienten? poco probable. Probablemente muchos lleguen a sentir de forma real una dirección de movimiento y pensarán estar sintiendo el giro de la Tierra, pero solo los expertos estarán en la posesión de la verdadera dirección de movimiento. Los estudios sobre el ritmo craneosacro concluyen que no hay fiabilidad interevaluador. Cada uno siente un ritmo y cadencia distinta:



Hay poca investigación y la poca que hay viene a decir que no es recomendable ni fiable el uso de la terapia craneosacral:



El gran problema de los modelos estructuralistas es que omiten la realidad palpatoria. La limitación de los test. La poca fiabilidad de esa información. Distintos expertos creen sentir algo en concreto y cuando abrimos el cadaver resulta que ninguno andaba en lo cierto. Las recomendaciones son abandonar esas teorías y basarse en respuestas dolorosas/ analgésicas o que mejoren el movimiento y no buscar esa estructura que teóricamente debe andar descolocada o tensa.

Sutherland afirmó que los 29 huesos del cráneo se movían y que esto era debido al movimiento respiratorio craneal. Describió movimientos de apertura y cierre, expansión y retracción, rotaciones internas y externas, flujos y reflujos.

Aseguraba que este movimiento, cifrado por la facultad de osteopatía de Michigan en 20 a 30 micras, según unos estudios con monos, se podía sentir. Para hacernos una idea de las dimensiones que estamos hablando:

1 micra es la milésima parte de un milímetro. Cojan un milímetro y divídanlo en nada menos que mil partes. 20-30 micras vendría a equivaler a la distancia de 4 globulos rojos. Ese espacio que ocupan 4 globulos rojos es el movimiento que aseguran puede percibirse con la yema de los dedos. Todo un esfuerzo de imaginación.

Esas cifras tan ínfimas podrían deberse a errores de medición. Y aunque existiese no sería detestable manualmente. No es plausible. De hecho no todos encuentran esos movimientos. No se aprecia movimiento en las suturas craneales en un estudio hecho con conejos, pero los resultados negativos siempre se omiten, solo cuentan los positivos:



William G. Sutherland, aprendió osteopatía de manos del fundador de la osteopatía, Andrew Taylor Still, e incorporó la osteopatía craneal a la formación osteopática con su movimiento respiratorio primario. (M.R.P.) Sutherland vivía obsesionado con los cráneos. Se dice que tenía en su casa más de 300 cráneos. Resulta algo macabro pensar en esto. Una santa su esposa... Recordemos lo de buscar algo en concreto hasta encontrarlo.


Sutherland inventó un casco con correas para experimentar consigo mismo y observar qué ocurría al apretar y aflojar distintas correas. Los síntomas que fue experimentando los fue anotando para correlacionarlo con las distintas suturas craneales y desarrollar su teoría. No me consta que hayan vuelto a realizarse estudios similares para constatar lo que el señor Sutherland le contó al mundo hace más de 100 años. De hecho la gente monta en moto o en bici llevando casco y nadie ha reportado cosas extrañas hasta la fecha

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