lunes, 31 de agosto de 2020

Osteopatía y epidemias

 


Desde que Still anunciara sus principios, la osteopatía ha defendido su intervención sobre el sistema linfático. La capacidad de influir sobre el sistema linfático mediante el manejo de fluidos y la función inmune ha propuesto numerosas ofertas terapéuticas. Una de tantas aplicaciones quedó expresada en un artículo publicado en 2011 para la curación crónica de heridas como úlceras arteriales, venosas y diabéticas (1), aunque su propuesta más gloriosa es el abordaje de enfermedades infecciosas, supuestamente avaladas por el éxito que tuvieron los osteópatas durante la epidemia de 1918.


La pandemia de gripe española se cobró la vida de 50 millones de personas en todo el mundo. La muerte de Andrew Taylor Still el 12 de diciembre de 1917 anunciaba la llegada de la peor pandemia conocida hasta entonces. A comienzos de 1918, todavía inmersos en la I Guerra Mundial, los periódicos españoles fueron los primeros en dar la voz de alarma de lo que estaba pasando. 


Basándose en las ideas de Still muchos osteópatas estadounidenses trataron a los pacientes infectados de influenza con tratamiento manipulativo osteopático. Algunos de ellos se contagiaron y fallecieron por aplicar terapia manual a pacientes infectados con un virus, algo que a simple vista no parecía tener mucho sentido, sin embargo, en 1920, al finalizar la epidemia, el osteópata  Kendric Smith publicó un estudio retrospectivo (2) basado en un cuestionario autoinformado con los resultados del tratamiento osteopático durante la epidemia en el que se describía “la conquista osteopática de una enfermedad en la que ha fallado la medicina". Los datos reportados por los osteópatas de más de 100.000 pacientes sugerían una tasa de mortalidad de solo el 0,25% frente al 5% de los pacientes que habían recibido tratamiento médico convencional.


Inspirados en ese supuesto éxito otros estudios se publicaron a comienzos de los 2000 para el tratamiento osteopático de la neumonía (3), donde reportaron una reducción en el uso de antibióticos y de la estancia hospitalaria. En 2007 con la crisis de la gripe aviar se publicó un artículo escrito por dos osteópatas estadounidenses recordando el éxito durante la gripe española postulando el tratamiento osteopático (4) y en 2020 con la pandemia del coronavirus asistimos de nuevo a la aparición de editoriales y artículos rememorando la victoria de la osteopatía sobre la medicina un siglo atrás y ofreciendo la osteopatía para el tratamiento del covid-19 (5,6,7,8). 


El artículo de Smith ha sido promocionado como una prueba incuestionable del éxito de la osteopatía en el mecanismo de estimulación del flujo linfático, responsable de la mejoría en la función inmunológica, sin embargo la técnicas linfáticas descritas en los estudios de la neumonía, la gripe aviar y el coronavirus no fueron descritas hasta 10 años después de la pandemia de la gripe española.


Los osteópatas parecen haber olvidado la carta al editor del JAOA en julio de 2008, del osteópata Mark Alain Déry (9) que argumentó que las estadísticas de Smith sobre la gripe española no eran válidas porque los datos se recopilaron en un estudio observacional no controlado que "carecía de los rigurosos estándares científicos actuales".


El artículo tiene muchos problemas cuando se evalúa según los rigurosos estándares actuales para investigación epidemiológica. En el momento de la pandemia, había poca comprensión del virus. No se conocía el patógeno exacto y por tanto, no se podía hacer un diagnóstico preciso de la enfermedad. Tampoco hay datos detallados sobre la historia clínica, ni la edad, ni a qué ola pertenecían los pacientes de su informe. Ni siquiera había un protocolo de tratamiento que aplicaran de manera estandarizada. Los cuestionarios no eran para casos individuales, sino un resumen total de los casos manejados por los osteópatas.


En base a esta falta de rigurosidad la carta al editor de Déry llamaba a la responsabilidad profesional para “dejar de referirnos a él como si siguiera siendo un trabajo con mérito científico”.


Promocionar la osteopatía en una epidemia es un acto de irresponsabilidad y negligencia intolerable. Aplicar tratamiento osteopático a pacientes infectados solo puede servir de vector de contagio y no debe ser en ningún caso recomendado.


Referencias:










1 comentario:

  1. Cuanto más leo de osteopatía, menos me apetece usarla o formarme... gracias por artículos como este!

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